miércoles, 23 de octubre de 2013


Graffiti ¿arte o vandalismo?

En el centro del debate está la cuestión de si el graffiti es una forma de arte urbano o simple vandalismo. Algunos consideran las pintadas en espacios públicos como delitos cometidos por jóvenes desadaptados. Hace pocos años la CANTV hizo una enorme inversión para cambiar el estilo de las casetas de teléfonos públicos y facilitar la limpieza de las firmas de los escritores.

Al otro lado de la balanza, encontramos a algunos organismos públicos que han decidido dejar de luchar contra los graffitis e incluso han promovido espacios y concursos para que los jóvenes

escritores se expresen. Recientemente, la Alcaldía de Chacao realizó el evento «Cooltura» para cultivar el talento de los graffiteros y premiar su creatividad.

Hoy en día este lenguaje urbano ocupa espacios en galerías de arte y ha contado en el ámbito internacional con artistas de la talla de Jean Michel Basquiat, Keith Haring, Tammelzee, entre otros. El graffiti como acontecimiento de comunicación marginal, anónimo y colectivo viene aumentando en las últimas décadas y gana legitimidad como otra forma de expresión artística.

Esta revalorización del graffiti, para el antropólogo Rodrigo Navarrete, representa un rescate del significado de la calle y la plaza como lugar de intercambio comunicativo, y, en definitiva, es una reconquista de la calle como espacio a disposición de toda la población.

Aunque los jóvenes escritores no sean conscientes de ello, el graffiti como arte tiene un cuestionamiento más profundo que el simple placer de transgredir las normas sociales. Diana Bernaola considera que el graffiti se convirtió en una verdadera protesta hacia la imagen del arte como una simple mercancía del capitalismo, «pintar murales en las calles era una manera de rechazar el arte como un simple producto de la compra y venta».

Ya sea por una necesidad personal de expresarse, o como una manera de cuestionar criterios mercantilistas en el arte, el graffiti ha llegado para quedarse. Los espacios de la ciudad son testigos de este hecho. Dependerá de los organismos públicos y privados canalizar ese caudal creativo y artístico a fines más útiles, o mantener una batalla que de entrada parece perdida por las autoridades.

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